domingo, 24 de febrero de 2013

PERFIL DE UN DISCÍPULO CRISTIANO


PERFIL DE UN DISCIPULO CRISTIANO
Discípulo: Definicion
  • La palabra proviene de la misma raíz que "disciplina" y se refiere a un alumno o seguidor de una religión, persona o movimiento. Como cristianos, debemos ser discípulos de Jesús (Luc. 14:26,27). En la Biblia, es la denominación más frecuente de los cristianos. Seguimos en la enseñanza que Jesucristo impartió y en el ejemplo que dio. UN DISCÍPULO ES UN CONVERTIDO, PERO NO TODOS LOS CONVERTIDOS SON DISCÍPULOS. Como discípulos, hemos de cargar nuestra cruz cada día (Mt. 16:24). Esto significa vivir por El y de ser necesario, morir por El (Mt. 16:25) y, desde luego, vivir vidas santas y sin mancha delante de El y de nuestro prójimo.
  • El que se pone voluntariamente bajo la dirección de un maestro y comparte sus ideas, es un discípulo. Esta palabra, casi ausente del AT, se emplea corrientemente en el judaísmo tardío (heb. talmid), que lleva al término una tradición bíblica; se lo halla igualmente en el NT (gr. machetes), pero con el sentido original que le da Jesús.

Antiguo Testamento.
1. Discípulos de los profetas y de los sabios. De tiempo en tiempo se indica que un Eliseo se une a Elías (1Re 19:19ss) o que un grupo de fervientes discípulos rodea a Isaías, recibiendo en depósito su testimonio y su revelación (Is 8:16). Más habitualmente los sabios tienen discípulos, a los que llaman sus "hijos" (Prov 1:8-10; 2:1; 3:1) y a los que inculcan sus enseñanzas tradicionales. Pero ni los profetas ni los sabios hubieran osado suplantar con su *enseñanza la *palabra de Dios. En efecto, en ésta, y no en las tradiciones de maestro a discípulo, está fundada la alianza.

2. Discípulos de Dios. Puesto que la *palabra divina es la fuente de toda sabiduría, el ideal no es, por tanto, adherirse a un maestro humano, sino ser discípulo de Dios mismo. La *sabiduría divina personificada llama así a los hombres a *escucharla y a seguir sus lecciones (Prov. 1:20ss; 8:4ss,32s). Finalmente, los oráculos escatológicos anuncian que en los últimos tiempos Dios mismo será el maestro de los corazones: no tendrán ya necesidad de maestros terrenales (Jr. 31:31-34), sino que todos serán "discípulos del Señor" (Is. 54:13). Al mismo siervo del Señor, si bien encargado de enseñar las prescripciones divinas (Is. 42:1.4), se le despiertan los oídos cada mañana y se le da una lengua de discípulo (Is. 50:4). El salmista, fiel a esta profecía, suplicará, pues, infatigablemente: "Señor, ¡enséñame!" (Sal 119:12.26s.33s ; 25:4-9...).

3. Maestros y discípulos en el judaísmo. Al retorno del exilio, habiendo venido a ser la *ley objeto primero de la enseñanza, los maestros encargados de esta institución fundamental son llamados, "doctores de la ley". Ahora bien, la autoridad de la palabra de Dios que comentan se añade poco a poco a su autoridad personal (Mt 23:2.16-22), sobre todo cuando transmiten la *tradición que ellos mismos habían recibido de sus maestros. El judaísmo postbíblico se organizará sobre la base de este talmud ("enseñanza"). En la época del NT recuerda Pablo que él mismo había sido discípulo de Gamaliel (Hch. 22:3).

Nuevo Testamento.
1. Discípulos de Jesús. Aparte algunas menciones de los discípulos de Moisés (Jn. 9:28), del Bautista (p.e., Mc. 2:18; Jn. 1:35; Hch. 19:1ss) o de los fariseos (p.e.y, Mt. 22:16), el NT reserva el nombre de discípulo a los que reconocen a Jesús por su maestro. Así en los evangelios se designa en primer lugar a los doce (Mt. 10:1; 12:1...) y, más allá de este círculo íntimo, al grupo que sigue a Jesús (Mt. 8:21) y particularmente a los setenta y dos discípulos que en-vía Jesús en *misión (Lc. 10:1). Estos discípulos fueron sin duda numerosos (Lc. 6:17; 19:37; Jn. 6:60), pero muchos se retiraron (Jn. 6:66). Nadie puede pretender hacerse maestro: si debe "hacer discípulos" (Mt. 28:19; Hch. 14:21s), no ha de ser por su cuenta, sino sólo para Cristo. Así, poco a poco, a partir del cap. 6 del libro de los Hechos, la denominación de "discípulo" sin más se refiere a todo creyente, haya o no conocido a Jesús durante su vida terrena (Hch. 6,1s; 9,10-26...); los fieles son, pues, desde este punto de vista, asimila-dos a los mismos doce (Jn. 2:11; 8: 31; 20:29).

Jesús, aunque aparentemente idéntico a los doctores judíos de su tiempo, tenía para con sus discípulos exigencias únicas.

a) Vocación. Lo que cuenta para venir a ser su discípulo no son las aptitudes intelectuales y ni siquiera morales; es un llamamiento, cuya iniciativa corresponde a Jesús (Mc. 1:17-20; Jn. 1:38-50), y a través de él al Padre, que "da" a Jesús sus discípulos (Jn. 6:39; 10:29; 17:6.12).

b) Adhesión personal a Cristo. Para ser discípulo de Jesús no se requiere ser un hombre superior; en efecto, la relación que une al discípulo y al maestro no es exclusivamente y ni siquiera en primer lugar, de orden intelectual. Él le dice: "¡Sígueme!" En los evangelios, el verbo *seguir expresa siempre la adhesión a la persona de Jesús (p.e., Mt. 8:19...). Seguir a Jesús es romper con el pasado, con una ruptura total si se trata de discípulos privilegiados. Seguir a Jesús es calcar la propia conducta en la suya, escuchar sus lecciones y conformar la propia vida con la del Salvador (Mc. 8:34s; 10:21 p. 42-45; Jn. 12:26). A diferencia de los discípulos de los doctores judíos, que una vez instruidos en la ley podían separarse de su maestro y enseñar a su vez, el discípulo de Jesús se ha ligado no a una doctrina, sino a una persona: no puede abandonar al que en adelante es para él más que padre y que madre (Mt. 10:37; Lc. 14:25s).

c) Destino y dignidad. El discípulo de Jesús es, por tanto, llamado a compartir el destino mismo del maestro: llevar su cruz (Mc. 8:34 p), beber su cáliz (Mc. 10:38s), finalmente recibir de él el reino (Mt. 19: 28s; Lc. 22:28ss; Jn. 14:3). Así, desde ahora, quienquiera que dé sencillamente un vaso de agua en calidad de discípulo, no perderá su recompensa (Mt. 10:42 p); por el contrario, ¡qué gran falta es "escandalizar a uno solo de estos pequeñuelos!" (Mc. 9:42 p).

3. Discípulos de Jesús y discípulos de Dios. Si a los discípulos de Jesús se los distingue así de los discípulos de los doctores judíos, es que Dios mismo habla a los hombres a través de su Hijo. Los doctores no transmitían sino tradiciones humanas, que a veces "anulaban la palabra de Dios" (Mc. 7:1ss); Jesús es la sabiduría divina encarnada, que promete a sus discípulos el *reposo de sus almas (Mt. 11:29). Cuando habla Jesús, se cumple la profecía del AT: se oye a Dios mismo, y así todos pueden ser "discípulos de Dios" (Jn. 6:45).

¿Califica usted en la siguiente lista de características de un discípulo de Cristo?
1. Un discípulo es uno que aprende (que tiene el corazón abierto y la mente abierta, y que está listo y dispuesto a ser enseñado).
(Proverbios 1.7) “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.”
(Juan 6.60-68) “Al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron, Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? … Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
2. Un discípulo pone a Cristo en el primer lugar de cada área de su vida.
(Mateo 6.24) “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.”
(Lucas 9.23) “Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.”
(2Corintios 5.14-15) “Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.”
3. Un discípulo se ha comprometido a vivir una vida de pureza, y se está separando de pecado.
(1Corintios 6.19-20) “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
(Efesios 4.22-24) “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
(2Timoteo 2.22) “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.”
4. Un discípulo pasa tiempo a solas con Dios en la Biblia todos los días y está desarrollando una vida de oración.
(Salmo 27.4) “Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.”
5. Un discípulo demuestra la fidelidad y un deseo de aprender la Palabra de Dios y aplicarla en su vida a través de oír la enseñanza y la predicación de ella, leerla frecuentemente, estudiarla, memorizarla y meditar en ella.
(Juan 8.31) “Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos.”
(Hechos 17.11) “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.”
(2Timoteo 2.15) “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”
6. Un discípulo tiene un deseo de testificar. Sabe cómo compartir el evangelio bíblicamente y con claridad, y lo hace con frecuencia, siempre creciendo en su habilidad de hacerlo.
(Romanos 1.16) “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.”
(2Timoteo 4.5) “Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.”
7. Un discípulo asiste a una iglesia local para que le suplan sus necesidades espirituales y también para participar en el ministerio de la edificación del cuerpo de Cristo.
(Efesios 4.16) “De quien [de Cristo] todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
(Hebreos 10.24-25) “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.”
8. Un discípulo tiene compañerismo con otros cristianos, mostrando el amor y la unanimidad.
(Filipenses 2.1-2) “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.”
(1Juan 3.14-15) “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.”
9. Un discípulo muestra un corazón de siervo ayudándoles a otros de maneras prácticas.
(Marcos 10.44-45) “Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
(Filipenses 2.3-4) “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.”
10. Un discípulo da generosamente a su iglesia local y está creciendo en esta gracia para llegar a ser un “dador alegre” ofrendando aun sacrificialmente.
(Génesis 14.19-20) “Y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”
(1Corintios 16.1-2) “En cuanto a la ofrenda para los santos, hace vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.”
(2Corintios 9.6-7) “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
11. Un discípulo demuestra el fruto del Espíritu a través de una relación con Dios y con sus hermanos en Cristo.
(Gálatas 5.22-23) “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.”
(1Pedro 1.5-8) “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.”

DIOS LOS BENDIGA.