FUNDAMENTOS
PARA LA FAMILIA 2 –
El Matrimonio Cristiano 2
Queridos amigos casados:
Ojalá que les haya gustado la otra carta sobre el
matrimonio cristiano. Pensemos más sobre el tema porque hay que poner los
fundamentos bien firmes antes de tratar de construir encima un edificio
duradero para la gloria de Dios.
¿Qué tenía el Creador en mente cuando hizo la
primera pareja en el huerto del Edén? Lee el relato en (Gn. 2:18-25) y verás que el propósito primordial fue el
compañerismo. No era bueno que Adán estuviera solo. Le hacía falta una ayuda
idónea. Dios hizo al hombre con la necesidad de una compañera que le
ayudara. Lo dejó vivir solo por el tiempo suficiente para darse cuenta de su
soledad y necesidad, y luego hizo a Eva para que le acompañara.
Para lograr este propósito del compañerismo en el
matrimonio, debe haber un compromiso permanente de parte de los esposos para
formar una unión de esfuerzos, un complemento de papeles y roles para trabajar
en equipo. La unidad de la pareja exige una libertad de otros compromisos y
lealtades competidoras para poder formar la ilustre ecuación 1+1=1. Por eso en las ceremonias de
boda se prometen tantas cosas hasta que la muerte los separe. Esto era lo
que Dios quería. ¿Ha cambiado El Su plan? "¿Acaso ignoráis, hermanos (pues
hablo a los que conocen la ley), que la ley tiene jurisdicción sobre una
persona mientras vive? Pues la mujer casada está ligada por la ley a su marido
mientras él vive; pero si su marido muere, queda libre de la ley en cuanto al
marido. Así que, mientras vive su marido, será llamada adúltera si ella se une
a otro hombre; pero si su marido muere, está libre de la ley, de modo que no es
adúltera aunque se una a otro hombre" (Ro.
7:1-3). El plan de Dios no ha cambiado. Lo que ha cambiado es la
cultura.
¿Vale la pena cumplir la voluntad divina? El
matrimonio verdaderamente cristiano es un testimonio fuerte en un mundo donde
cada día hay más divorcios, mayor infidelidad y gran infelicidad en los
hogares. Contrario a esto, un buen matrimonio es criadero de niños estables y
espirituales, hay mejor salud física y mental en todos los miembros.
Impacta sobre el clima moral del vecindario y es una influencia positiva en la
sociedad. Produce lo que todos buscamos, la paz y el gozo de la seguridad,
porque Dios mismo pone Su sello de aprobación sobre tales hogares.
¿Cuáles son las consecuencias de no tener un
matrimonio duradero? En lo íntimo habrá un vacío que no se puede llenar ni
siquiera con "amantes"; una frustración consigo mismo y con otros; el
temor de ser lastimado otra vez; y más que todo, un sentimiento de culpabilidad
ante Dios. Hay resultados trágicos en terceras personas: los hijos siempre
llevarán heridas emocionales profundas; la familia extendida sufre desilusión;
los amigos y compañeros carecen de un buen ejemplo y la enseñanza práctica para
salir de sus malas situaciones; y el Espíritu de Dios está contristado por
todos los pecados y conflictos entre cónyuges. Terrible, ¿verdad? ¡Qué tristes
frutos del árbol que Dios quiso que diera manjares muy ricos!
Nadie quiere lo malo. Todos piensan que su
matrimonio será un éxito. ¿Cómo podemos evitar los resultados nefastos de un
fracaso matrimonial? Poniendo buenos fundamentos, afirmando las cosas
esenciales, y luego creciendo, edificando encima.
El primer mandamiento para el matrimonio tiene tres
pasos: "Dejará...se unirá...serán una sola carne" (Gn. 2:24). El diablo está atacando
como nunca este concepto. Tal como lo hizo con Eva en la tentación de comer la
fruta prohibida, está desafiando la Palabra y la voluntad de Dios. Dice:
"Tonterías anticuadas; no son ciertas; hay que ser feliz ante todo."
Es por esto que el único que puede lograr un matrimonio verdaderamente
cristiano es el discípulo que toma en serio la Palabra de Dios. El dice,
"Si Dios lo dice, es lo mejor. Lo que El manda es para mi bien. Lo que El prohíbe
es para evitarme problemas. Voy a obedecerle." La voluntad de Dios
es buena, agradable y perfecta. Para experimentarla, tenemos que estar
dispuestos a no conformarnos a los principios de este mundo, sino
transformarnos por la renovación de la mente, o sea, dejar que la Palabra de
Dios rehaga nuestra manera de pensar (Ro.
12:2). Es una reprogramación de nuestra manera de pensar a la de Dios.
¿Cómo entendemos el primer paso - "Dejará el
hombre a su padre y a su madre"? Hay que separarse de los padres para
lograr espacio y autonomía en tres áreas:
1. Geográficamente. ¿Por qué? “Es
más económico, y no tenemos muebles todavía." Porque cada matrimonio tiene
una sola autoridad establecida. No admite dos o tres autoridades. Vivir en la
casa de suegros es entregar la autoridad final al suegro. No es necesario irse
a otra ciudad pero si salir de la casa y la autoridad paterna antigua para
lograr un matrimonio cristiano donde la pareja está bajo la autoridad de Dios.
2. Económicamente. No debería
haber una dependencia económica de los suegros. No quiere decir que ellos nunca
deben ayudar a la pareja en su nueva vida ni darles cosas, sino que el esposo
debe aceptar la responsabilidad de su esposa e hijos. Si no hay suficientes
ingresos, no deben casarse todavía. ¿Por qué? Porque el que paga tiene todo el
derecho de mandar, y el esposo pierde autoridad y respeto. ¡Cuidado con los
préstamos también! El deudor termina siendo esclavo del que le presta (Pro. 22:7). Tú y tu cónyuge no tienen
que empezar la vida con todas las comodidades. Recuerda que los padres han
pasado 20 años o más provisionando su casa. Es una aventura de fe empezar con
poco y adquirir poco a poco lo que se necesita con la ayuda y bendición de
Dios.
3. Emocionalmente. Hay que
separarse de una dependencia emocional de los padres para poder vivir como
adultos en la familia nueva. No es un abandono ni un rechazo de ellos, sino una
entrega mutua de la nueva pareja a satisfacer sólo en el cónyuge, sus
necesidades emocionales.
El segundo paso es "se unirá a su
mujer..." Esta unión es legal, duradera y práctica. La sociedad demanda un
pacto legal para los que forman familias para darles el apellido familiar.
Aunque esa misma sociedad permite el divorcio, los consejeros seculares
reconocen que los problemas de la desunión causan situaciones desagradables y
costosas. El cristiano no debe ni permitirse el lujo de ni siquiera pensar en
la posibilidad de un divorcio como solución de sus problemas. Cristo
dijo: "...lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe" (Mc. 10:9). La disciplina práctica de
vivir juntos en armonía requiere del amor AGAPE para unir bien en una pareja
fuerte a dos individuos con sus diferentes personalidades, temperamentos y
necesidades. Esa unión es divina y por lo tanto inviolable sin sufrir daños
serios.
El tercer paso, "...y los dos serán una sola
carne", se refiere al aspecto sexual de la relación. No es sólo una
necesidad biológica para la procreación, es una necesidad psicológica para la
unidad más estrecha que puede existir entre dos almas. Obviamente el modelo
bíblico habla de la unión entre un hombre y una mujer. El homosexualismo y el
lesbianismo siempre han estado fuera de la voluntad de Dios (Gn. 19; Lv. 20:13; Jueces 19; Ro.
1:23-32). Para El es abominación. En otra carta seguiremos con el
tema del sexo.
Bueno, es mucho en que pensar. Pero es fundamental
para cumplir la voluntad de Dios. Proponte a obedecerle con una unión
permanente y sólida para Su gloria.
TOMADO DE www.losnavegantes.net
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